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Jesús y los Supersónicos
Somos incapaces de progresar solos. Pero hay una potencialidad para la humanidad que supera aun los sueños de los Supersónicos. Hay un futuro glorioso para el remanente de la humanidad que se vale de la oportunidad para disfrutar de un glorioso destino.
¿Qué será del futuro de la raza humana? Existen muchas opiniones. Algunos, por ejemplo, piensan que las fuerzas deshumanizadoras de la industrialización y el control gubernamental resultarán en una cultura autocrática donde se pierde toda semblanza de dignidad y voluntad propia.
La película Metrópolis, creada en los años 20 por Fritz Lang, es un buen ejemplo de esta visión del futuro, como lo es la novela 1984. Aunque son deprimentes, estas ideas no parecen ser tan imposibles. Con el anuncio reciente de los planes que tiene el Pentágono de construir una base de datos llamada TIA con información sobre cada transacción electrónica que toma lugar en los Estados Unidos, no parecemos estar tan lejos de ese mundo.
Por el otro lado, existe la opinión de que el futuro será un paraíso en el que cada familia tendrá su jet privado, las ciudades podrán elevarse para escaparse de las nubes, y no existirá la enfermedad. Esta posibilidad se ha representado de una manera humorística en la serie televisiva Los Supersónicos, y más recientemente en la película del mismo nombre.
¿Cuál será la verdad? Bueno, en cuanto a lo que sucede aquí en esta tierra, quizás una combinación de las dos cosas. La Biblia habla de tiempos de gran sufrimiento que vendrán sobre la tierra, y a la vez habla del gran potencial que tiene el ser humano a causa de su creación a la imagen de Dios. Es seguro que habrá más descubrimientos científicos increíbles, y que también habrá más guerras y más control gubernamental.
Pero detrás de estas imaginaciones acerca del futuro de la humanidad hay una pregunta más profunda y más significativa: ¿Hacia dónde vamos? La cultura actual cree que el hombre es producto de un largo proceso de evolución; algunos creen que hemos llegado al final del camino, y otros creen que el hombre seguirá evolucionando.
Los que conocemos la revelación bíblica sabemos que la evolución no es la explicación de nuestro origen, aunque nadie puede negar las adaptaciones pequeñas que son parte de la creación de Dios. Pero más allá de eso, sabemos que el hombre no es producto de la evolución, ni seguirá por sí solo en un proceso de evolución y mejoría. Más bien, el hombre está en un proceso de devolución, de retroceso.
Somos incapaces de progresar solos. Pero hay una potencialidad para la humanidad que supera aun los sueños de los Supersónicos. Hay un futuro glorioso para el remanente de la humanidad que se vale de la oportunidad para disfrutar de un glorioso destino.
Lectura: Hebreos 2:5-18
2:5 Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando;
2:6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites?
2:7 Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos;
2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
2:10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
2:11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,
2:12 diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré.
2:13 Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
2:15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
La mente humana se llena de sueños para realizar un futuro glorioso para la raza humana. Uno de esos sueños fue el marxismo. Sus seguidores creían poder crear un paraíso en la tierra mediante ciertos cambios políticos.
Otro sueño es el de la ciencia. Algunos creen que resolveremos todos nuestros problemas con los descubrimientos científicos. Pero la Biblia nos enseña algo distinto. Nos enseña que la humanidad nunca logrará la perfección que tanto anhela por sí sola. Podemos tener un destino glorioso, pero
I. Jesús es la única esperanza para realizar el glorioso futuro de la humanidad
El plan original de Dios ha sido ponerlo todo bajo la autoridad de la humanidad. El quiere que tú y yo reinemos sobre la creación. Sin embargo, hay fuerzas y autoridades que nos mantienen bajo su control. La Biblia nos enseña que hay potestades angelicales detrás de los gobiernos y las autoridades de este mundo.
Por ejemplo, el ángel de Dios que apareció a Daniel le dijo que había estado peleando contra el príncipe de Persia. Este príncipe de Persia es el ángel que reina sobre Persia.
La Biblia no nos explica los detalles, pero parece ser que Dios repartió entre los ángeles la autoridad sobre las naciones de la tierra. Algunos de estos ángeles quizás son ángeles caídos, que corresponden a las fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales que menciona Pablo en Efesios 6:12 ("Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.").
En cualquier caso, lo que aclara el autor de Hebreos es que Dios no nos ha creado para estar siempre bajo la autoridad de los ángeles. Más bien, en la nueva creación, será el hombre quien tiene la autoridad suprema – en sumisión, por supuesto, a Dios.
Pero, ¿Qué pasa? ¡Aún no vemos que se realice este plan! La humanidad sigue viviendo bajo el control de poderes extraños, y nuestros mayores esfuerzos por resolver nuestros problemas simplemente han empeorado el asunto. Todos los sueños de tener una utopía – el marxismo, el nazismo, el Islam radical, y muchos otros – simplemente resultan en peor esclavitud.
Hay, sin embargo, algo que sí vemos. Con los ojos de la fe, vemos a Cristo, quien se humilló para hacerse uno de nosotros, y a través de su muerte, ha ganado una gloriosa victoria. El es la garantía de que hay un futuro glorioso para nosotros, y es el medio por el cual podemos alcanzar ese glorioso futuro.
El mundo busca la salvación en algún político, en la ciencia, o en la educación; por más útil que pueden ser estas cosas, el creyente sabe que la salvación de la raza humana sólo viene a través de Cristo. El es la única esperanza para realizar el glorioso futuro de la humanidad.
Pero surge la pregunta: ¿cómo sucede esto?
II. Jesús ha santificado a la nueva humanidad mediante su identificación con nosotros
Nos dice el versículo diez que convenía que Dios perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos. Nos preguntamos entonces, ¿no era Jesús perfecto? ¿Tenía Jesús alguna falla que Dios tenía que quitarle?
Lejos de eso; lo que significa aquí la palabra es que Jesús sólo podía ser un Salvador perfecto si compartía nuestra naturaleza humana y sufría como uno de nosotros.
Pongamos este ejemplo. Digamos que el carro te da problemas, y decides llevarlo al mecánico. ¿A dónde lo llevarás: a la casa de un amigo que es muy simpático pero no sabe nada de mecánica, o al taller del mecánico que es rudo y brusco pero es experto en los carros? Obviamente al segundo lugar. Cuando hablamos de un buen mecánico, no estamos hablando de su carácter; estamos hablando de su preparación.
Cuando decimos que Jesús tenía que ser perfeccionado, entonces, no estamos diciendo que él tenía que sufrir para perfeccionar su carácter. Significa más bien que su habilidad de salvarnos tenía que ser completado o perfeccionado, que por más bueno que fuera su carácter no nos podría salvar a menos que sufriera.
Y eso es lo que eligió hacer. Jesús, como Hijo único de Dios, santifica y separa a todo aquel que recibe de él la salvación, para ser también hijo o hija de Dios. Es por esto que dice que Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos.
Es una cosa gloriosa, ¿cierto? Pensar que el Hijo único de Dios, el Creador de todo cuanto existe, la Palabra eterna, que este ser nos llame a nosotros "hermanos".
Cristo tiene tanto amor para ti que quiere llamarte "hermano". Quiere llevarte a la presencia de su Padre, y quiere que vivas con él por toda la eternidad. No rechaces su invitación. No te niegues. Puedes tener la vida que siempre has deseado, porque
III. Jesús pone fin al pecado y a la muerte mediante su propia victoria sobre ellos
Imagínate como parte de un grupo de rehenes, cautivo de un grupo de bandidos desperados. No parece haber manera de librarlos; los bandidos empezarán a matarlos en el momento que se asome la policía, y sus demandas no se pueden cumplir.
Pero uno de los policías tiene un plan. Decide disfrazarse de rehén, introducirse secretamente en el escondite de los bandidos, y usar sus habilidades especiales para quitarles las armas y librar a los rehenes. Es un plan peligroso, pero él está dispuesto a arriesgar su vida para conseguir la libertad de estos cautivos.
Todos nosotros somos rehenes del pecado. Nos tiene bajo su poder, y su líder – el diablo – exige una demanda imposible de satisfacer. El pretende quitar a Dios de su trono.
¿Cómo podremos ser libres? La manera fue sencilla pero audaz. Jesús se hizo uno de nosotros. No simplemente se disfrazó de ser humano; tomó nuestra humanidad, y entró al escondite del bandido.
En su astucia, logró desarmarlo de una manera poco usual: se entregó a él voluntariamente. Cuando los secuaces del maligno, los líderes políticos del día, le habían quitado la vida a Jesús, El les dio una sorpresa. Resucitó al tercer día, y así destruyó el poder de su única arma – la muerte.
Ofreciendo su vida inmaculada a su Padre a cambio de la que nosotros habíamos perdido, nos ganó el derecho del perdón. Satanás sólo tiene poder sobre aquellos que le deben la vida a causa del pecado. Al comprar los derechos sobre nosotros con su muerte, Jesús pone fin al pecado y la muerte para todos los que se unen a El.
Jesús mismo ha experimentado la vida humana aquí en este mundo. Conoció la tentación, y pasó por la muerte. Esto significa que no sólo puede salvarnos, sino que también puede socorrernos cuando nos encontramos tentados.
Jesús conoce lo que es el rechazo. El sabe cuáles son los deseos de la carne. El ha experimentado el dolor, el cansancio, la pobreza, la frustración, la desilusión, y la traición. Por lo tanto, puede ayudarnos a ser victoriosos también sobre ellos.
El destino glorioso que todos anhelamos está a nuestra disposición, si nos unimos a Cristo. Por medio de la fe en él, podemos ser perdonados, podemos ser transformados, y podemos tener la certeza de que seremos parte de la nueva creación que Jesús está por inaugurar.
Cuando consideramos las posibilidades para el futuro de la raza humana, son realmente aterradores. Ni el mundo de los Supersónicos, donde ya no existe la naturaleza, ni el mundo controlado de 1984 es atractivo. Pero existe otra posibilidad – y es gloriosa. En unión con Cristo Jesús, tú y yo podemos ser parte de la nueva creación de Dios.
Si no lo has hecho ya, entrégate a Cristo. Invítale a entrar en tu corazón y librarte de los lazos del pecado. Únete a El. Nunca te arrepentirás.
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